Pelajes de caballos de la Raza Criolla y su relación con la Genética

- ORIGEN Y EVOLUCION DEL CABALLO EN EL MUNDO

Origen y Evolución del Caballo en el Mundo



Desde épocas inmemoriales el hombre descubrió el beneficio de la convivencia con el perro, en realidad fue una simbiosis ya que, ambos se dieron cuenta que juntos podían más.

Durante la caza, necesaria para alimentarse, el perro descubría la presa, el hombre disparaba su flecha, lanza o piedra, el perro la traía del lugar donde cayera para luego la compartirla. El cuidarse uno al otro y mantenerse mutuamente, era más fácil que hacerlo en forma independiente.



En cambio, con el caballo, si bien no ha sido una simbiosis como con los caninos ya que el beneficio ha sido casi enteramente para el hombre, siempre este, de una forma u otra, le manifestó su agradecimiento. El caballo fue utilizado para la caza, la guerra, el transporte, el trabajo, el placer, la compañía, el deporte, la salud, etc.; quizás podría llenar hojas enumerando los múltiples usos que estas nobles bestias le prestaron a la humanidad, pero en realidad mi intención es realizar una breve introducción de sus orígenes.



En épocas remotas, aproximadamente hace 50 o 60 millones de años en el norte del planeta, en lo que hoy son los continentes americano y asiático, a la altura del actual estrecho de Bering, estaban unidos por un istmo que los comunicaba. Lo mismo ocurría con el istmo de Panamá. Esto permitía la deambulación de especies entre los continentes y la distribución de las mismas en ellos.



Retomando sobre su origen, quiero decir que todo comenzó hace aproximadamente 50 millones de años, durante el eoceno, cuando sus ancestros, los Eohippus, eran más parecidos a un cánido que a nuestro caballo actual.

En una muy ajustada síntesis, les cuento que aquel primer ancestro, durante su evolución fue realizando importantes cambios en cuanto a tamaño, aspecto y carácter se refiere.

Incrementó en forma constante el volumen de su cerebro. Si hoy nos topáramos en un bosque con un Eohippus, no nos parecería que estuviéramos ante un caballo o un poni, lo más probable es que, por su escasa altura, de 25 a 30 cm y su dorso arqueado, nos hiciera suponer que se trata de un perro o un zorro. Pero aún, cuando nuestras razas apenas tienen similitudes con sus antepasados, su comportamiento, sí, constituye una herencia de los animales salvajes.

- El Eohippus tenía 4 dedos en sus miembros anteriores y 5 en los posteriores, su alimentación arbustiva le limitaba comer solo hojas de arbustos.

- Veinte millones de años después, ya en el oligoceno, debido a su evolución los paleontólogos lo denominaron Mesohippus. Su altura era de 60 cm y disminuyó la cantidad de dedos a tres, teniendo uñas en forma de pequeños cascos.

- Continuó evolucionando y, 20 millones de años después, en el mioceno, se lo llamó Merychippus. Su altura era de aproximadamente de 1 m, sus dedos laterales se atrofiaron, no apoyaban en el suelo, y su dedo central aumentaba de volumen y era el que sustentaba su peso.

La evolución continuó, y hace 5 millones de años, en el plioceno su nombre cambio nuevamente por Pliohippus con una morfología de 1,25 metros de altura, miembros que apoyaban solo en el dedo central con importante atrofia de los laterales, su cuello era más largo y su alimentación herbívora generó importantes cambios en su dentadura.

- Pasados tres millones de años, en el período Pleistoceno, ya nos encontramos con el Equus que portaba un fenotipo más parecido a nuestro caballo actual. Su altura era variable y pisaba como un verdadero ungulado.

Hoy, igual que antes, los caballos son mamíferos vertebrados, gregarios, corredores y cambiaron su alimentación arbustiva por hiervas.

A lo largo de su evolución, los miembros fueron siendo cada vez más largos y la espalda más recta. Su dentadura y sus patas se hicieron más resistentes, la primera para permitirles devorar la áspera hierba, que remplaza al inicial ramoneo de hojas arbustivas, y las segundas para escapar de sus enemigos en una estepa sin escondites.



En la fotografía se observan los esqueletos de los distintos estados evolutivos de los ancestros equinos.



Otras imágenes que nos muestran la morfología evolutiva de los distintos ancestros equinos. Eohippus, Mesohippus, Merychippus y Pliohippus.



Dentro de sus familiares cercanos derivados del Equus de hace 2,5 millones de años, derivan las cebras, los asnos y el caballo doméstico, ellos también pertenecen al orden de los perisodáctilos.

Lo que en un principio fue su tercer dedo o dedo medio, hoy su uña ha sido reemplazada por el casco, que cubre la tercera falange. El resto de los dedos han desaparecido o se presentan en estado rudimentario, tal es el caso del espejuelo, los espolones y los metacarpos y metatarsos rudimentarios.

Los creacionistas, sostienen que hay rasgos como el número de dedos, que provienen de una información preexistente que, se activa o desactiva según las circunstancias junto a la selección natural que quita la información innecesaria.



Estos esqueletos nos muestran las similitudes y diferencias entre los equinos en las distintas épocas.



Originariamente estos ancestros equinos estaban esparcidos por todo lo que actualmente es el continente americano, pero en el cuaternario y como consecuencia de una importante glaciación, gran parte se extinguió y otros alcanzaron a migrar cruzando por donde hoy es el Estrecho de Bering (extremo noroeste del continente americano) a Asia, radicándose por un largo período en el noreste de este continente. Posteriormente migraron en dos corrientes que se diferenciaron notablemente en lo que a su morfología y temperamento se refiere.

Una fue la corriente del norte o tipo europea y la otra la corriente del sur o tipo oriental.

Durante toda esta evolución, la selección natural fue la que decidió sobre su morfología, costumbres y pelajes, se reproducían los más fuertes y adaptados al ambiente en que vivían.



Vemos la morfología del caballo de la corriente del norte o tipo europeo y la del de la corriente del sur o tipo oriental.



En fin, sus características morfológicas respondían a caballos aptos para climas fríos y sin demasiado acoso por parte de predadores. Se podría decir que son los antecesores de los hoy llamados caballos de tiro y si buscáramos un representante actual, podríamos asociarlo con la raza inglesa Shire.

Se caracterizó por caballos voluminosos, pesados, cabeza grande y de perfil convexo, de piel y pelos gruesos, ollares pequeños, de carácter linfático (tranquilo), que se alimentaban con abundantes y nutritivas hierbas en períodos estivales, y con frutos de árboles en épocas invernales.



La corriente del sur, migró hacia el suroeste del continente asiático, cubrió Asia menor, Arabia y llegó al continente africano, se lo llamo de tipo oriental. Aquí, el medio ambiente influyó en forma distinta que sobre los de la corriente europea,  creó un fenotipo diferente con características apropiadas a la zona.

Fueron caballos eumétricos (de tamaño mediano), livianos, de cabeza mediana para chica, con perfil variable, generalmente rectilíneo o ligeramente subconvexilíneo e incluso hasta concavilíneo, piel y pelos delgados, ollares grandes y flexibles, eran rápidos y ágiles, preparados para huir ante el peligro de predadores. 

Si buscamos un representante actual, podríamos asociarlo con la raza árabe.



Luego, cuando la civilización mora invade la península ibérica, con una permanencia de casi 800 años, indudablemente llevaron su cultura, arquitectura, idioma y también sus caballos tipo oriental, los que no tardaron en cruzarse con los de tipo europeo que poblaban las marismas (costas) del rio Guadalquivir.

Así surgió un caballo de morfología intermedia que se distribuyó por toda Europa e inclusive fue traído a América por los conquistadores en el año1493, un año después de su descubrimiento, y obviamente continuó en años posteriores.

Hasta aquí, fue mayoritariamente la selección natural la que influyó en el pelaje de los caballos, luego la intervención del hombre y tal como lo hizo con su morfología, aplicando la selección artificial, comenzaron a crearse nuevos biotipos dando origen a las distintas razas y pelajes.



La intención de mostrar esta placa es para ver un tipo de caballos salvajes que quedaron en la el continente asiático derivado de las corrientes anteriormente explicadas y que respondió a una morfología propia. Ya casi en extinción y con permanencia en zoológicos, se inicio la recuperación de los mismos, y fueron restituidos a su ambiente natural.



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Bibliografía

Luis Alberto Flores, Revista El Chasque Surero Nro. 279 y 280, año 2018.

Enrique Eduardo Casals, El Caballo Criollo - Pelajes – Ecoval Ediciones, año2015.

Assuncao, F. O. (1973) El caballo criollo, Argentina: Emecé Editores (1996).

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